“Son dioses que han sido olvidados y que ahora bien podrían
estar muertos. Tan sólo se pueden encontrar en dramas históricos. Han
desparecido, todos, pero sus nombres e imágenes siguen con nosotros.” Neil
Gaiman
¿Recuerdas aquellas
historias que te contaron hace tiempo? Sí, aquellos mitos en los que los dioses
hace miles de años controlaron nuestro preciado mundo, fueron reales, cada una
de ellas, desde Zeus hasta las monstruosas gorgonas.
¿Y cómo puedo afirmar que existieron? Porque
yo sufrí su ira, fui víctima del engaño, me deje llevar por la leyenda y ahora
estoy aquí, a tu lado. Me admiras en silencio, revisas mi cuerpo al descubierto
pero con el pequeño inconveniente que no puedes tocarme, siendo sincera, ¿Quién
no le gustaría tocar mi cuerpo? Miles de humanos lo han intentado pero muy
pocos han llegado a conseguirlo.
Trascurren los días
y las noches, miles de rostros nos observan a medida que pasan las horas, los
días, los meses y al final, cuando nos quedamos solos en la tenue luz, por fin
podemos descansar.
¿Algún día nos
liberaremos de esta maldición?
No lo sé, somos
pequeñas obras almacenadas en el tiempo esperando nuestro fin, porque el día en
el que la belleza y el arte por igual mueran nos arrancaran y nos almacenaran
como simples objetos que hace antaño fueron mucho más que eso, no objetos sino
algo superior, seres con sentimientos y recuerdos; simples humanos en un mundo
repleto de conocimiento e historias como la nuestra, cuyo final, aun esta por contar…
Te preguntaras,
¿Cuál es mi historia? Fácil, antaño cuando conserve mi humanidad y mi única
preocupación fue permanecer a salvo a través de este cruel universo me vi en
vuelta en una guerra que siendo sincera, no era mía.
Sin darme cuenta,
me vi en vuelta en una lucha divina entre seres poderosos cuyos destinos se
trenzaban por encima de todo lo terrenal, pero, que al fin y al cabo, sus
historias formaban parte de nuestras vidas entrelazándose en una, creando entre
ambos mundos lo real y lo irreal, las leyendas y los mitos, creando entre ambas
realidades cientos de barreras impenetrables capaces de destruirnos,
machacándonos hasta someternos a sus deseos más carnales.
Han pasado ya
muchas décadas pero aun lo recuerdo como si fuera ayer, una noche helada cerca
de las ruinas de los templos donde miles de mundanos tan inocentes como yo se
reunían para celebrar la ofrenda a los dioses, pero, esa noche, ofrecí mucho
más que una ofrenda, ofrecí mi propia vida, mi propio destino.
Las ofrendas se
organizaban en pocos días, pero, el esplendor y la riqueza que desprendían
solapaban nuestras tristes y vacías vidas destinadas a consagrar hasta el fin
de los tiempos a dioses irrespetuosos y con grandes riquezas.
Sin duda, una
injusticia, como tantas en nuestras historias.
¿Por qué los
adorábamos y les ofrecíamos nuestras mejores cosechas cuando, siendo sinceros,
no merecían tal privilegio?
El mundo es un
lugar extraño, si, que me lo digan a mí. Sentía odio hacia ellos, los
despreciaba llegando incluso a maldecirles por mis adentros, la ira que corría
a través de mis venas reclamaba angustiada una venganza perversa que ni yo
misma creía poder llevarla a cabo, hasta que por fin, sin insistir en ello, la
venganza se presentó ante mí; de forma completamente misteriosa.
Una mujer esbelta,
de cabellos lisos oscuros y una mirada penetrante me observaba a lo lejos, su
túnica blanquecina ondeaba entre nuestro espacio dejándome asombrada, pero, a
la vez, extrañada.
Pasaron unos
segundos hasta que la reconocí, no podía ser, después de tantos años deseando
encontrarme con uno de ellos llegó en el momento indicado para verme cara a
cara con un ser como aquel.
Pretendía exigirle
toda aquellas suplicas que eleve a los cielos en busca de alguna señal que
durante años se me negó, como, porque no habían impedido todas las desgracias
que se desprendieron contra mi familia, dejándome sola, sin familiares cercanos
en los que apoyarme los días dolorosos.
Durante años me vi
en vuelta en un sinfín de tempestades en los que sin darme cuenta, me convertí
en mi propio salvavidas; aquel en el que me aferre como mi última esperanza de
vida.
¿Diosa o monstruo?
Esa es la gran duda que se me cruza al observarla, una mujer cuyo emblema había
representado miles de templos y sus hazañas mas fantasiosas se hacían ecos
entre la multitud.
-¿Sabes quién soy?-
Su voz resuena en mi cabeza atravesando mi piel, su delicadeza me abruma por
momentos pero no pierdo mi compostura.
-Diosa de la
sabiduría, de la guerra y de otros títulos, que siendo sincera, ahora mismo, no
me importan en absoluto…
-¿Acaria verdad?
¿Cómo conoce mi
nombre? ¿Soy tan importante para que un ser divino se percate de mi existencia?
-¿Cómo conoce mi
nombre?
-Querida, tu
reputación en el olimpo es admirable, demuestras gran valentía y fuerza aun
siendo una simple humana.
No quiero seguir
escuchándola pero la duda se hace presente en mí.
-¿Por qué te
presentas ante mí? Hay millones de personas que desearían tener un encuentro
con vos, sin embargo, os presentáis enfrente mía en busca de una ayuda que os
será negada fácilmente.
-No te adelantes a
los acontecimientos querida, podremos obtener un beneficio mutuo, necesito tu
ayuda en un asunto que se escapa de mis dominios.
¿Quién se cree que
soy? ¿Una esclava a su merced?
Hace años que deje
de obedecer órdenes, jure no volver a caer en las mismas redes que me
torturaron y me hicieron tanto daño.
-No, hice una
promesa y la cumpliré. En mi vida volveré a ser un títere, no lo permitiré y os
aseguro, que hare cualquier cosa por impedirlo…
-Tus palabras se
contradicen con tu corazón, puedo ver más allá y algo me dice, que tantas
suplicas a los dioses, por fin han dado su fruto.-Se acerca mí, me roza con su
mano mi piel manchada por la suciedad.-Querida mía, yo instruyo, aconsejo y
protejo a los héroes que ganaron grandes batallas y se convirtieron en
leyendas, acaso, ¿No te gustaría ser una? Si me ayudas me asegurare
personalmente que tu nombre se convierta en leyenda, que te conozcan y te
respeten, y quien sabe, algún día, puede que llegues a convertirte en un ser
superior.
¿Yo? Una joven cuya
vida ha estado marcada por la desesperación y la incertidumbre, no, no caeré en
sus enredos, prefiero ser una muchacha de lo más normal a convertirme en un ser
prepotente.
-Tu oferta no es
válida, búscate otro humano en el que confiar tu destino.
-Ya es tarde, estas
predestinada a ayudarme, cuando logres tu hazaña estaré obligada a cumplir con
mi propuesta, las estrellas te bendijeron hace años con esta oportunidad, no la
desperdicies.- me sonrojo por el enfado, me alejo de ella e intento volver a mi
vida normal pero es imposible, de nuevo se presenta ante mi.-No tengas miedo,
hoy es un día importante, hoy tu vida ha cambiado, preveo grandes conquistas,
no me defraudes…
…
A medida que
pasaron los días recibí las instrucciones de mi primera misión. Después de
debatir durante horas conmigo misma decidí aceptar esta oportunidad, podríais
llamarme egoísta pero siendo justa, era algo que deseaba con todas mis fuerzas.
La carta de Atenea
apareció de la nada acompañada de un escudo repleto de emblemas y ribetes
marcados por la antigüedad, también me envió una espada forjada de fuego
celestial, una reliquia creada a manos de Hefesto; dios del fuego y la
forja.
Las ordenes eran
claras, debía de asesinar a Medusa; una
joven y humillada por los dioses. Su historia si bien no era parecida a la mía
podría encontrar ciertas similitudes en su final aun sin conocer el mío propio.
¿Seré engañada como
ella? ¿Arriesgare mi vida por ellos para luego terminar presa de sus sucias
promesas?
No lo sabía, me vi
en vuelta en una historia que no era la mía, sin embargo, no debía dejar pasar
esta oportunidad que me ofrecían los dioses, por primera vez en mi decimonoveno
año de vida sentía que iba a cambiar, a seguir adelante con sus ventajas y
desventajas.
Llegue a la colina
que Atenea me había mostrado, desde allí, una gran grieta se habría paso entre
las montañas de aquel tétrico escenario.
Sin dejar tiempo al
arrepentimiento y el miedo empecé mi búsqueda. La temperatura bajo de golpe
dando paso a fuertes ráfagas discontinuas de aire que erizaban mi fría piel a
medida que avanzaba entre la oscuridad.
Llegue al meridiano
de la cueva, estaba perdida, no conseguía distinguir cuantas veces había pasado
ya por allí, hasta que por fin, me percate de algo nuevo e inusual en aquel
ambiente muerto.
Incrustadas en la
pared pude reconocer siluetas de lo más tétricas, entonces descubrí el mensaje
en ellas, los símbolos y su significado me atrapo por completo. Ilustraban una
historia de castigos y de venganza, del odio hacia los dioses y sus
correspondientes héroes. Una vida de humillación y soledad plasmada en aquella
cueva; era tristemente una vida marcada por los dioses de forma totalmente
injusta.
Después de analizar
todos aquellos grabados decidí que aquella no era mi lucha, si me rendí ante
ellos, volvería a presentarme ante Atenea con las manos vacías y seria
castigada por ello, pero, ¿No era lo correcto? Aquella muchacha fue castigada
injustamente y mis principios no se verían modificados por simples alabanzas y
premios teñidos de sangre inocente.
Reanude mi viaje de
vuelta intente escapar de la maldita cueva pero me vi envuelta en un laberinto
sin salida. Alarmada intente deshacer mis pasos pero no fue de gran ayuda,
estaba perdida. Intente descansar un poco, el largo viaje, la humedad me
asfixiaban. Me deslice por la rocosa piedra e intente meditar mis próximos
pasos, una estrategia de fuga antes de morir enterrada en esta cueva solitaria.
Pasaron los minutos hasta que descubrí donde me hallaba. No estaba sentada en
una roca, en realidad, aquella cosa fue antaño un héroe engañado por Atenea,
ahora simplemente yacía convertido en piedra. Recogí rápidamente mi escudo y la
espada, los sujetaba con tanta fuerza que mis manos enrojecidas reclamaban ser
liberadas.
De pronto, un
extraño silbido retumbo entre las paredes, no distinguí ese sonido hasta
escucharlo mucho más cerca, el tintineo de una serpiente y no de una
cualquiera, sino de la mismísima Medusa. Recorrí una gran zona de piedras
rocosas escapando de ella, pero era imposible, estaba cerca, la percibía y ella
sin duda, quería cazarme…
En ese preciso
momento todo fue frenético, oía su voz en todas partes, cerré los ojos de
manera instantánea y me quede quieta.
Sentía como un gran
ser se desplazaba a mi alrededor, escuchaba como se arrastraba, abrí un poco
los ojos intentado admirar su apariencia pero fue inútil.
Su cola de
serpiente dorada se rizaba con su cuerpo uniéndola en una, extasiada por el
momento rece a los dioses, por última vez volví a caer en sus garras pero no
obtuve respuesta, era mi final, moriría como una heroína, pero no por sus
decisiones sino por las mías propias. Observe su rostro inmaculado, cientos de
serpientes doradas se acomodaban en su cabeza, todas ellas vigilándome con
cautela.
Lo único que
recuerdo posterior a su encuentro fue el dolor que crecía por todo mi cuerpo,
la sequedad de mis extremidades y la grisura que atravesaba mi piel tiñendo
cada rincón de mi cuerpo que antaño vivió y que ahora simplemente permanecería
intacto el resto de mi vida.
Y así fue como me
convertí en leyenda, como la joven mortal fue engañada por una diosa pero que
sin ella saberlo, encontró la paz que tanto añoraba.
Convertida en
leyenda como aquellos dioses que ahora permanecían frente ella, cada uno de
ellos, por igual, tras vidrieras, separando lo irreal de lo real, contemplados
por cientos de personas que veían en ellos historias del pasado, historias que
permanecían en el recuerdo de sus mentes…
Ilustración de Javi Gamez.
Ilustración de Javi Gamez.
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